GONZÁLEZ, JULIO

(Barcelona, 1876-Arcueil, Francia, 1942)

Procede de una familia de orfebres y artesanos del hierro. Trabaja pronto junto a su padre y a su hermano Joan, que será pintor, en una Barcelona en plena efervescencia modernista. Asiste desde 1892 a La Llotja y poco después frecuenta Els Quatre Gats, donde coincide con Ramón Casas, Isidro Nonell, Santiago Rusiñol o Picasso. En 1899 visita París y utiliza el taller de Pablo Gargallo en 1903-4. Por estos años inicia posiblemente su amistad con Constantin Brancusi. Expone esporádicamente en el Salon d’Automne (1904, 1909, 1913) y en el Salon des Indépendents (1907, 1914). Hasta 1930 simultánea la pintura y la escultura, influido por el modernismo primero y por el Noucentisme después, y con la mujer, el desnudo y la campesina catalana como motivos centrales. Expone pinturas joyas y realiza algunas esculturas de bulto redondo, yeso, terracota, bronce o cobre. Sus primeras máscaras de metal repujado son de hacia 1910. En 1918, entra como aprendiz en La Soudure Autogène Française, en Boulogne-sur-Seine, y aprende esta técnica que más adelante le permitirá ensamblar fragmentos y planchas metálicas con gran libertad. En los veinte y treinta expone regularmente en el Salon d’Automne, el Salon de la Société nationale des Beaux-Arts, el Salon des Indépendants y el Salon des Surindépendants. En 1928-31 desarrolla una fructífera colaboración con Picasso, que le pide ayuda para realizar esculturas en hierro. González le instruye en la técnica de la soldadura autógena y Picasso le enseñará a su vez a usar materiales de desecho y a utilizar de manera más efectiva los puntos de vista y los contrastes cóncavo-convexo. Fruto de esa investigación conjunta es una serie de cabezas y máscaras de mujer también influidas por Gargallo. Avanzada la década frecuenta a los surrealistas y a Torres-García. Son años de total dedicación a la escultura y en los que crea sus obras más decisivas, más abstractas y esenciales, como Mujer ante el espejo (1936-37), en la que late cierta influencia surrealista. También por entonces (1930-31) escribe el ensayo, inédito hasta 1978, “Picasso sculpteur et les cathédrales”. Expone regularmente y cada vez con más éxito en París, en la las galerías de France en 1930, Percier en 1934 y Cahiers d’Art en 1934 y 1935. Su tendencia a la abstracción convive con una manera más clásica, donde las placas de metal se curvan sobre sí mismas y llaman la atención sobre las heridas del trabajo en metal (Torso, 1936), y con otra más naturalista y figurativa. En el 36 participa en la exposición parisina de la Sociedad de Artistas Ibéricos y en la muestra del MoMA Cubism and Abstract Art. A partir de la Guerra Civil desarrolla su serie de Montserrat, una de cuyas piezas figura en el Pabellón de la República de 1937 como imagen del dolor y la resistencia al fascismo. A partir de 1940, durante la ocupación alemana, arrincona la escultura y se centra en el dibujo, un dibujo vigoroso y fuertemente constructivo, con ecos de Cézanne y del Picasso clásico.

OBRAS EN LA COLECCIÓN

Masque Acéré

Le cri