DURRIO, PACO (FRANCISCO DURRIEU DE MADRON)
(Valladolid, 1868-París, 1940)
Francisco Durrieu de Madrón Granier, más conocido como Paco, es quizás el más paradigmático de los artistas vascos del cambio de siglo XIX al XX. Escultor, ceramista y orfebre, se instaló en París con 21 años, donde pronto encontró un activo puesto en el círculo artístico parisino, estableciendo numerosas relaciones con algunos de los más importantes miembros de los movimientos renovadores y de vanguardia, como Émile Bernard, Maurice Denis, Alphonse Mucha y, sobre todo, Paul Gauguin, con quien compartiría incluso taller; sirviendo a su vez de intermediario para otros compatriotas, principalmente catalanes y vascos, que pasaron por la capital francesa. Su obra, aunque no muy numerosa (y de compleja catalogación por su dispersión), atraería la atención de artistas, marchantes y críticos y fue elogiada por escritores próximos al Simbolismo como Stéphane Mallarmé, Guillaume Apollinaire y Charles Morice, entre otros.
Aunque de origen vallisoletano, pronto se trasladó con su familia al País Vasco. En Bilbao se formó en el taller del pintor Antonio María Lecuona y en 1881 se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao. Trasladado de nuevo con su familia a Madrid a principios de la década de 1880, continuó su formación en la capital, primero en el taller de Justo Gandarias, luego en la Escuela de Artes y Oficios y en el Museo del Prado y, por último, en la sección de Escultura de la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado. En Madrid, compartiría andanzas con su colega Pablo Uranga, junto al cual conocería al ceramista Daniel Zuloaga, a través de quien tuvo su primera aproximación al arte de la cerámica, su técnica y sus posibilidades.
En 1888 regresó a la capital vizcaína, desde donde emprendería viaje a París con la ayuda económica de la familia Echevarrieta. Allí se instalaría definitivamente, en el popular y bohemio barrio de Montmartre, dándose a conocer sobre todo como orfebre y ceramista, vinculado al Modernismo y a la estética primitiva y sintética del pintor Paul Gauguin, a la técnica del ceramista Ernest Chaplet y a la concepción simbolista del escritor Charles Morice. Este último fue, de hecho, el primero en elogiar su producción sintetista en 1896, a raíz de la exhibición de unos jarrones suyos en la sala L’Art Nouveau del marchante Siegfried Bing, uno de los mayores impulsores del Modernismo y de las nuevas tendencias en la cerámica, que buscaba crear un estilo decorativo nuevo que casara la imaginación japonesa con la tradición francesa.
De todas las actividades artísticas a la que se dedicó, la cerámica fue su predilecta, documentada al menos desde la mencionada exposición de 1896, y consolidada con la muestra que, organizada por el Museo de la Manufactura de Sèvres, exhibió en 1927 más de 30 piezas cerámicas del artista.